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El agua, que puede causar corrosión en carpinterías
de aluminio o putrefacción en las de madera -factores
ausentes en las ventanas de PVC-, es fácil de controlar.
Sin embargo, si actúa conjuntamente con el viento,
puede provocar serios daños.
El viento es el movimiento del aire atmosférico que
crea diferencias de presión entre distintas partes de la
ventana. Estas diferencias de presión pueden forzar el
paso del agua a través de las juntas de estanquidad
entre marco y hoja o entre el vidrio y el perfil de hoja.